viernes, 30 de agosto de 2013

Juan tiene 21 años y era oriundo de una pequeña localidad de Entre Ríos. Su madre murió víctima del cáncer cuando él era muy pequeño y cuando tenía 15, su padre murió asesinado a disparos en la puerta de su casa. Este había sido un activo defensor de los derechos del trabajador en la empresa donde trabajaba, Químicos Asociados, que tenía su sucursal en el pueblo donde vivía. Su protesta radicaba en mejoras salariales, de las condiciones y horarios de trabajo y una lucha incansable en contra de la explotación que sufrían tanto él como sus compañeros por parte de sus dueños, que dirigían a la empresa desde la ciudad de Buenos Aires.
Debido a los problemas, huelgas y movilizaciones que el papá de Juan generaba, los directores de la Químicos Asociados decidieron tomar cartas en el asunto y lo mandaron a matar por medio de un sicario. Juan descubrió  lo sucedido tras unas investigaciones y se encomendó a la justicia para resolver sus problemas, pero inclusive en las instancias de judiciales no pudo hacer nada, sobre todo porque los jueces estaban comprados por los empresarios.
Por lo tanto Juan acumuló su odio durante años y casualmente descubrió que los hijos de los tres magnates de la industria vivían juntos en un departamento de Puerto Madero y decidió irse a estudiar a Capital Federal a ese edificio para consumar su venganza. Si él había tenido que soportar la muerte de su padre, ahora ellos soportarían la pérdida de sus hijos.
Rápidamente el entrerriano se ganó la confianza de los jóvenes que lo invitaron a vivir con ellos en el espacioso inmueble. Juan reconoció al instante que se trataba de buenas personas, pero cuando estuvo listo aquella noche, no dudo en ejecutar su plan y asesinó a los tres chicos, uno por vez, a medida que fueron llegando al departamento ese día.

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